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EL CORRESPONSAL

Abuelas, eran las de antes…

Por Madreselva. Me crucé con don Eusebio, ya entrada la tardecita, a la salida de la ciudad, rumbo al parque Artigas. Llevaba el morral en una mano y un machete en la otra. Tenía la voz muy gastada. Nos dijo que venía de matar serpientes. Las buscaba entre las malezas y les cortaba la cabeza. Me acosó a preguntas sobre mi familia. Intenté satisfacer su curiosidad sobre la vida de gentes y lugares que él conocía y quería hacía más de cincuenta o sesenta años.Al rato me di cuenta de que no tenía sentido seguir diciendo: “Ya no existe” o “lo olvidé”. El comprendió, creo, porque dijo que el ayer no iba a volver.Estaba en lo cierto.Ese encuentro me sirvió para remover cosas de adentro y entonces recordé a la abuela…Florecían los eucaliptos. Era una cálida noche de verano con la luna alumbrando el patio: Ahora la abuela estaba descansando cómodamente sentada en su silla de mimbre.El vestido de riguroso “medio luto” le llegaba hasta los tobillos y cubría sus pies con alpargatas. El infaltable delantal envolvía sus manos de a ratos. Sin nada de coquetería, ocultaba la larga cabellera gris recogida en un rodete sujeto con horquillas y una peineta. Como tantas veces, seguramente había trajinado todo el día. Muy temprano en la mañana, la había visto barriendo el patio con su escoba de chircas. Luego le había dado de comer a las gallinas y más tarde había amasado el pan en el fogón a leña para la familia, y para esa visita oportuna y siempre bienvenida a “las casas” de los pobres.Cada uno tenía derecho a un mordisco, por lo menos. Únicamente en mis recuerdos, es que ahora me da a probar un rico mate cocido y un sabroso choclo o boniato asado que ella con amor preparó para celebrar el regreso del nieto preferido. Y, es en esta hora, la del descanso -mientras los nietos saltan agarrados de las manos-, en que la abuela aún bate palmas y canta alegremente:             “Andelito, andelito de oro,            un sencillo y un marqués,            que me dijo una señora:            que bellas hijas tenéis…” Ahora, a la distancia, inundado por el recuerdo de mi abuela, una abuela “de las de antes”, creo firmemente que aquella manera de girar como un trompo que heredé de mi abuela, me dio estas fuerzas actuales para desplegarme y volar a pesar de los pesares.Sábado, 24 de Febrero de 2007 13:01.  

2 comentarios

Pedro -

Entrañable. Por favor ¿podrías aclararme qué es un andelito?

Paterlini Borello -

Muy lindo artículo.
Demuestra el amor de quién lo escribió por el recuerdo de su abuela. "Abuelas eran las de antes" Respeto mucho esa apreciación. También quiero aclarar que ahora también hay abuelas. No ya con moño y medio luto, quizás con el cabello teñido de rubio o color chocolate. Con ropas modernas, con estilos singulares, joviales, llenas de fuerza y alegría, las abuelas siguen siendo abuelas y quienes tienen la fortuna de tenerlas, seguramente las guardarán siempre en el corazón entre sus recuerdos entrañables.

Paterlini Borello.