Blogia
EL CORRESPONSAL

No se olvide de prender las luces del auto, estúpida norma

No se olvide de prender las luces del auto, estúpida norma

SANTA ANA (4301) Por Prof. Dr. Carlos Aparicio (http://aparicio.edu.uy ) Un mediodía luminoso, en verano, andan todos los vehículos reglamentariamente con sus luces prendidas. Los alternadores de los automóviles generan energía para el consumo y con una mínima parte resuelven su funcionamiento. Todos los autos uruguayos gastan un volumen de combustible en este rito -moderna religión del Estado-, más o menos lo mismo que todo el gasto de combustible de la flota del Ministerio del Interior o Salud Pública.

 

Además debe agregarse el cambio de bombillas, gasto adicional de alternadores, la prohibición de vehículos con generación a dínamo, que quedan fuera de circulación. Estuve 20 años enseñando derecho en la Udelar y particularmente la clasificación de las normas jurídicas. Una de las partes más interesantes es aquella que clasifica las normas en inútiles y razonables. Sin duda el ejemplo más contundente de norma inútil es aquella que obliga a los automovilistas a andar con las luces prendidas rivalizando con el sol astronómico.

 

Sin embargo es en estas normas que las oficinas cuidan con más entusiasmo, ya que, al no servir para nada, dejan claramente de manifiesto la prepotencia reglamentarista del Estado y logran someter con mayor claridad a la población a un estado de obediencia y mansedumbre perpetua. En realidad no sirve para nada, aunque hace poco un taxista me explicaba, que no en realidad perjudica algo la seguridad vial en cuanto hace menos visible las señales del destellador.

 

Esta regla ridícula, esta funcionando en las carreteras nacionales, ya hace unos años, y nadie se sintió obligado a explicar, si sirve para algo, o si con ella se evitó aunque sea un accidente. El entusiasmo reglamentarista, no solo no derogó la norma nacional, sino que además incitó a los reglamentaristas de la Intendencia de Montevideo, para que complementaran este derroche.

 

Nadie espere algún argumento racional, ni alguna estadística, ni siquiera algunos testimonios, porque eso, no entra en el juego, estaría en contra de la potencia reglamentarista del Estado e Intendencias. En cuanto al costo de un auto con las luces prendidas a mediodía es más o menos el siguiente:

 

Luces delanteras 100 vatios c /u promedio entre (60 y 150 w) total = 200

Luces traseras 70 vatios cada una. 140

Placa de matrícula 20

Tablero 20 Total promedio de consumo por vehículo - hora 380

 

El automóvil es un productor de energía eléctrica muy ineficiente, comparado por ejemplo con la red eléctrica fija. Gran parte de la energía de UTE, es producida en centrales hidroeléctricas, sin consumo de combustible, aquella pequeña parte que tiene consumo de combustible usa Fuel Oil, y solo una pequeña parte gas oil. Aún así UTE cobra al usuario final la suma de 3 pesos el kilovatio.

 

El automóvil a nafta, no tiene producción hídrica, ni eólica, y energía solar, salvo muy pocos modelos a nivel experimental que no existen en Uruguay, así que para producir energía, el automóvil debe contentarse con gas oil, y en la mayoría de los casos con nafta común o especial, con lo cual, el costo de 3 pesos el kilovatio habrá que multiplicarlo por 10, y estimamos en forma conservadora, un costo de 30 pesos el kilovatio producido por el vehículo.

 

Así un auto que consuma 380 vatios /hora, (hay autos que consumen mas), gasta por hora de funcionamiento solamente en alimentar su red eléctrica 12 pesos, o sea 0.60 dólares. Si en el Uruguay, existieran 100000 vehículos en funcionamiento, el costo de la ordenanza que obliga a andar de día con las luces encendidas es 60000 dólares por hora, y en 10 horas de jornada laboral seiscientos mil dólares en un día.

 

Claro que estamos computando solamente el costo de hacer producir electricidad a alternadores y dínamos. Existen otros costos ocultos: en primer lugar todos los autos con dínamo quedan obsoletos, o deben cargarse diariamente; en segundo lugar la duración de batería se acorta sensiblemente; y principalmente bombillas, que tienen elementos incandescentes que suelen quemarse por vibraciones prendidas y apagadas. Además hay que sumar el costo de multas, ya que es impredecible la duración de una bombilla. En los hechos, para evitar la multa, muchos vehículos de marca (pensando en el tráfico nocturno) duplican la cantidad de bombillas y faroles, pero entonces el consumo de producción de energía en combustible pasa a ser el doble del calculado.

 

Posiblemente el costo diario de llevar de día las luces encendidas para 100000 vehículos llegue en forma conservadora a un millón de dólares. Esta es solo una de las reglamentaciones y leyes sin sentido y arbitrarias que rigen en el Uruguay. Es más, este tipo de normas, que prosperan ante fuertes condicionamientos educativos de la población se extienden como un manto de estupidez burocrática, impidiendo el desarrollo económico, y moral del país.

 

¿Tiene el país alguna defensa contra este tipo de abusos? Si tiene. La propia Constitución de la República es abundante en este tipo de triquiñuelas semijurídicas, de pactos políticos de corto plazo, y disposiciones ambivalentes. Pero junto a las mismas hay principios muy valiosos, eternos, por los cuales mucha gente ha ofrecido la vida, y que se encuentran prístinos en los textos constitucionales.

 

Uno de ellos, se encuentra en el artículo 10 del texto constitucional. “Artículo 10.- Las acciones privadas de las personas que de ningún modo atacan el orden público ni perjudican a un tercero, están exentas de la autoridad de los magistrados”. En base a dicha disposición, la justicia se encuentra habilitada para controlar la razonabilidad de los reglamentos, e incluso a declararlos francamente constitucionales. Pero mientras no se decida alguien a presentar juicios por estos motivos, un buen consejo es que, aunque brille el sol: prenda todas las luces que pueda.

0 comentarios