Pacheco, un hombre firme
MONTEVIDEO (13.985) Por Profesor Lincoln R. Maiztegui Casas (tomado del diario El Observador) " Presidente, póngase los pantalones”. Tal vez nada resuma mejor el deseo que una parte sustancial de la población en el sentido de que un “hombre fuerte” pusiera un poco de orden en el caos que por entonces reinaba en la sociedad oriental, que esta frase que aparecía escrita en los muros de Montevideo. Después de tres legislaturas y media de Ejecutivo colegiado, y en medio de una debacle económica de la que ya no se podría salir sino muy parcialmente, la población anhelaba –como suele suceder en los tiempos de crisis- una voluntad poderosa capaz de ejercer la autoridad. Ese hombre fue Jorge Pacheco Areco, el “Bocha”, uno de los presidentes más autoritarios que haya conocido el país en tiempos democráticos.
Para una parte sustancial de la población fue un dictador apenas disimulado, un gobernante primitivo, prepotente y torpe, que llegó al poder fortuitamente, desconoció la vigencia de las normas constitucionales, puso a los militares en el centro de la actividad política, se rodeó de los sectores más cerriles y políticamente atrasados de la población y terminó apoyando el golpe de Estado de 1973.
Para otros, fue el último bastión del sistema democrático ante el avance de los totalitarismos, y a su manera y en su estilo, logró la hazaña de postergar- una dictadura que ya se veía como inevitable. Son muchos, en especial dentro de su partido, que sostienen que con Pacheco en el poder, no hubiera habido golpe de Estado. Hay una cosa innegable, sin embargo, porque lo dicen las cifras: terminó sus tres años y poco de presidencia con una popularidad que pocos gobernantes hayan conocido, y aunque fracasó en su intento de ser reelecto, ganó las elecciones de 1971.
Finalizada su turbulento período presidencial, fue designado embajador en España; desde allí apoyó, aunque sin entusiasmo, el golpe de Estado de Bordaberry, lo que resultó fatal para su popularidad. Pese a ello, pidió al dictador que dejase de atacar, en sus discursos, a los políticos.
Representó más tarde al país en Suiza y Estados Unidos. Al producirse el plebiscito constitucional convocado por la dictadura en 1980, pidió el voto por el “Sí”, con lo que, seguramente, perdió gran parte de la base social que lo había apoyado en 1971. Fue candidato presidencial en las elecciones de 1984 (en fórmula con Carlos Pirán) y 1989 (con Pablo Millor), y aunque conservaba una base electoral, fracasó en ambos intentos.
El presidente Sanguinetti lo designó embajador en Paraguay en 1985. En 1989 fue electo senador, pero no asumió su banca. El Intendente de Montevideo Dr. Tabaré Vázquez, lo visitó en su casa, lo que fue ampliamente comentado. Su última postulación presidencial fue en 1994, constituyendo dupla con el economista Eduardo Ache, pero ya estaba notoriamente disminuido físicamente, y en esa ocasión el apoyo que lograra fue muy pobre.
Falleció el 29 de julio de 1998,a los 78 años, como consecuencia de un fallo respiratorio. Al realizarse los homenajes del caso, los legisladores y autoridades del Frente Amplio no asistieron, con la excepción del diputado Díaz Maynard y de su viejo enemigo político, el general Seregni, que asistió a sus exequias y saludó a sus familiares.
Más allá del juicio que su figura histórica merezca, es de rigor subrayar su impecable honestidad personal –vivió siempre “con lo justo”, en condiciones de extrema modestia, y se ha comentado que al regresar de su misión diplomática en EE.UU. llevaba, como todo capital, US$ 500- y su inalterable sentido de la amistad. Pacheco se casó cuatro veces: con Gladys Herrera –el matrimonio tuvo un hijo, Ricardo, que ha tenido una actividad política de escasa repercusión y fue miembro del Tribunal de Cuentas-, con Angélica Klein –con la que tuvo dos hijos, el Dr. Jorge Pacheco Klein, que fue legislador colorado, y María Isabel, llamada Marisa-, con María Cristina Gori Salvo (mucho más joven que él; fue un enlace muy breve, que se realizó por la ley de Bolivia) y con Graciela Rompani
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